Platillos Volantes

PLATILLOS VOLANTES

Los extraterrestres nos llaman,
porque somos del Infinito,
y volamos a las alturas
donde está tan sólo el Espíritu
del Amor, perenne y auténtico.
Los extraterrestres, los mismos
que en aquel pasado remoto
nos mandaran al Jesucristo
que unos ignorantes terrícolas
clavaron en un crucifijo.
Los extraterrestres nos llaman,
pero nuestros cuerpos malditos
no pueden alzarse hacia aquello
que es eterno, plácido y psíquico...
¡Los extraterrestres nos piden
que volvamos al Paraíso!

Jesús María Bustelo Acevedo

La Ciencia de la Fe

LA CIENCIA DE LA FE

Paciencia la de la Fe,
e infinita vocación
que nace del corazón
y a los ojos no se ve.

Paciencia la de la Paz,
la esperanza y la sonrisa
que por nada tiene prisa
y de todo es capataz.

Paciencia con frenesí
la del espíritu puro,
que en el jardín de Epicuro
deja lo mejor de sí.

La ciencia de la ilusión
que en su límpida inocencia
ofrenda el Amor, la ciencia
más grande del corazón.

Jesús María Bustelo Acevedo

Currículum en Verso





CURRÍCULUM EN VERSO

Aquí empiezo el Currículum Vitae
en verso; ya veremos si me trae
un puesto de trabajo
que no sea el de vivir, que ya me trajo
mi nacimiento en el 67.
Yo era un chiquillo fuerte y regordete,
vástago de Jesús y de Rosario
que vio la luz en el trimilenario
emporio gaditano
un cálido domingo de verano.
Gocé del privilegio
de estudiar y aprender en el colegio
inglés, dibujo, lengua y matemática
en la incipiente España democrática.
Un par de años se pasó el chaval
estudiando la ciencia del metal
junto a la fresadora y junto al torno,
aunque un diploma no logré en retorno.
¡Tan sólo logré un diez
jugando al ajedrez!
En fin, tras cien mil vueltas llegó el turno
de intentar el llamado B.U.P. nocturno,
mas yo sólo aprendía
la magia de la buena poesía
con Nervo, con Machado, con Rubén
y con las Musas mágicas también.
Y justo estando yo dándole al boli,
me vino hacer la mili, y fue de poli.
Acabado el servicio
(entonces obligado sacrificio),
me puse bien contento
al colocarme en un aparcamiento.
Allí estuve de guarda y cobrador
atendiendo al cliente y conductor
un año y otro año y otro año...
¡No fueron malos tiempos los de antaño!
Mas raudo terminó mi regocijo
cuando me echaron por no hacerme fijo...
En fin, cogí el abrigo y la bufanda
y me monté en un vuelo para Holanda
con más sueños que pasta en los bolsillos...
En una factoría de ladrillos
estuve trabajando doce meses,
mas otros sueños y otros intereses
le cambiaron el sino a mi bufanda
y con ella me fui volando a Irlanda.
No hallé muchas ofertas
y trabajé en la fábrica de puertas
llamada Camden Group algunos meses
conociendo dos tipos de irlandeses:
protestante y católico... ¡La sierpe
separa allí lo mucho que une Euterpe!
Después me fui a Inglaterra,
que quien viaja en la vida nunca yerra.
Una de esas agencias temporales
me contrataron junto a más chavales
de España y Portugal...
En fin, no me fue mal,
y, amén de sueldo, como beneficio
supe algo del sector alimenticio...
Pero el hado cambió y con mi bufanda
volando fui de nuevo para Holanda.
Dejé a un lado lo místico
y trabajé en el ámbito logístico
cargando y descargando
camiones y también escaneando.
A los tres años regresé a mi España
y trabajo encontré (¡lo que aún me extraña!)
de auxiliar, vigilando
una obra que había en San Fernando.
Mas me va la aventura
y otro reto acepté: Portaventura;
aunque allí no gané mucho dinero,
el oficio aprendí de camarero
y un poco el catalán, que nunca es mengua
conocer otra lengua...
Pondré punto y aparte a este currículo
que tal vez pueda parecer ridículo
por eso de la rima,
mas si el lector se anima
y algún puesto me da en su compañía,
¡no será inútil esta poesía!
¡Y que Dios se lo pague con salud
y yo con gratitud!

Jesús María Bustelo Acevedo