¡QUÉ ASCO DA EL SEXO!
El sexo... ¡qué asco!
Engendros hediondos que expelen bacterias...
Violencia
y desequilibrios, ¡miserias!
Anhelo de edenes,
sangrientos, penenes...
¡Qué asco da el sexo!
¡Sin beso o convexo!
Visión de sí mismo
carente,
demencia
de estar de su Ser siempre ausente...
¡Violencia, ¡violencia
y vulgar dependencia!
El sexo, ¡qué asco!
Oír a algún chulo:
"Si hoy no copulo,
es que me la casco",
que da sin rubor
noticia del vicio
vacío, silicio
con el que a sí mismo se turba,
perturba
y turba a la turba...
¡y más y más turba!
-¿Y el gozo feliz e inmortal del Amor?
-¡Es para los débiles!
¡Es para los flébiles!-
responde el quemado
muchacho de paja
repleto de ira,
rencor y mentira,
y duelo, deseo, desidia y dolor.
Jesús María Bustelo Acevedo
Mis Versos
MIS VERSOS
Yo soy un hombre sincero
de donde nace la guasa,
donde el duende y el salero
tienen casa.
Allá el tiempo se ha parado
y el espacio es infinito,
allá todo se ha tornado
más bonito.
Y una copla, torpe o sabia,
le da fuego a su alegría,
aunque quede tanta rabia
todavía.
Allá el Sol, con un abrazo,
se retira a descansar
y se duerme en el regazo
de la mar.
Luego, cada amanecer,
cicatriza tus heridas,
y las lágrimas de ayer
las olvidas.
Que no hay rimas tan hermosas
como el hecho de vivir,
aunque queden tantas cosas
por decir.
Y no hay canto con más brío
ni verdad más prometida
que ese propio desafío
de tu vida.
Yo también quisiera, empero,
como el gran José Martí,
dejar los versos que quiero
por ahí.
Los versos que ven mis ojos,
campechanos y sencillos,
versos azules y rojos
y amarillos.
Y de todos los colores,
y sin trampa, sin engaño,
que las rimas y las flores
no hacen daño.
Versos simples, sin espuelas,
ni amargura ni dolor,
sin milicias, sin escuelas,
sólo amor.
Antes que el río a la calma
de la mar vaya a morir,
quiero mis versos del alma
compartir.
Jesús María Bustelo Acevedo
Yo soy un hombre sincero
de donde nace la guasa,
donde el duende y el salero
tienen casa.
Allá el tiempo se ha parado
y el espacio es infinito,
allá todo se ha tornado
más bonito.
Y una copla, torpe o sabia,
le da fuego a su alegría,
aunque quede tanta rabia
todavía.
Allá el Sol, con un abrazo,
se retira a descansar
y se duerme en el regazo
de la mar.
Luego, cada amanecer,
cicatriza tus heridas,
y las lágrimas de ayer
las olvidas.
Que no hay rimas tan hermosas
como el hecho de vivir,
aunque queden tantas cosas
por decir.
Y no hay canto con más brío
ni verdad más prometida
que ese propio desafío
de tu vida.
Yo también quisiera, empero,
como el gran José Martí,
dejar los versos que quiero
por ahí.
Los versos que ven mis ojos,
campechanos y sencillos,
versos azules y rojos
y amarillos.
Y de todos los colores,
y sin trampa, sin engaño,
que las rimas y las flores
no hacen daño.
Versos simples, sin espuelas,
ni amargura ni dolor,
sin milicias, sin escuelas,
sólo amor.
Antes que el río a la calma
de la mar vaya a morir,
quiero mis versos del alma
compartir.
Jesús María Bustelo Acevedo
Todo por la patria
TODO POR LA PATRIA
¡Todo por la patria!, ¡todo!;
no por quien llaman Señor,
por la Verdad, o el Amor...
¡Por ella y de cualquier modo!
Este es el credo beodo
del ingenuo militar,
y el mismo que hace robar
a la casta, que la zafia
estupidez y la mafia
del poder van a la par.
Jesús María Bustelo Acevedo
¡Todo por la patria!, ¡todo!;
no por quien llaman Señor,
por la Verdad, o el Amor...
¡Por ella y de cualquier modo!
Este es el credo beodo
del ingenuo militar,
y el mismo que hace robar
a la casta, que la zafia
estupidez y la mafia
del poder van a la par.
Jesús María Bustelo Acevedo
Ruinas de San Antón
RUINAS DE SAN ANTÓN
¡Ruinas de San Antón!
San Antón está en ruinas,
y otros santos, porque son
recuerdos vanos, ¡pamplinas!...
Que las almas son divinas
y que divino es el Ser,
¡no los restos del ayer
que veneran los jerarcas
que rinden culto a las parcas
del pasado y a sus marcas
y nunca al Amanecer!
Jesús María Bustelo Acevedo
¡Ruinas de San Antón!
San Antón está en ruinas,
y otros santos, porque son
recuerdos vanos, ¡pamplinas!...
Que las almas son divinas
y que divino es el Ser,
¡no los restos del ayer
que veneran los jerarcas
que rinden culto a las parcas
del pasado y a sus marcas
y nunca al Amanecer!
Jesús María Bustelo Acevedo
Los Besos de Judas
LOS BESOS DE JUDAS
¡Qué asco que dan los besos!
Microbios asquerosísimos
que emergiendo de otros cuerpos
invaden el tuyo mismo,
a veces por las mejillas,
y en otras por esos sitios
de donde salen palabras
y entran repugnantes bichos
porque ajenas lenguas donan
sus sucios microorganismos...
Lenguas que lamen traseros,
o los zapatos de ricos
que de rico tienen poco
y de asquerosos muchísimo...
¡A todos yo los mataba!
¡Qué asco que dan, Dios mío!
Jesús María Bustelo Acevedo
¡Qué asco que dan los besos!
Microbios asquerosísimos
que emergiendo de otros cuerpos
invaden el tuyo mismo,
a veces por las mejillas,
y en otras por esos sitios
de donde salen palabras
y entran repugnantes bichos
porque ajenas lenguas donan
sus sucios microorganismos...
Lenguas que lamen traseros,
o los zapatos de ricos
que de rico tienen poco
y de asquerosos muchísimo...
¡A todos yo los mataba!
¡Qué asco que dan, Dios mío!
Jesús María Bustelo Acevedo
El Canario sin Alpiste
EL CANARIO SIN ALPISTE
Yo caminaba tranquilo, aunque triste,
cuando de pronto pasaste ante mí,
me saludaste, miraste y me viste,
y al mismo tiempo, ¡qué triste!, yo a ti.
Tú ibas risueña con tu gorro blanco,
yo con la frente bañada de sol,
aunque, mujer, hay más luz, siendo franco,
en tu mirada de limpio arrebol.
"Soy de Colombia", tu voz del Caribe
sonaba dulce como el alcuzcuz,
y respondiendo te dijo el que escribe:
"Pues, encantado, yo soy andaluz."
Eras el ángel de ardiente aureola
del que el iluso infeliz anda en pos,
e iban mis labios diciéndote ¡hola!
cuando dijeron los tuyos ¡adiós!
Y aquel que andaba tan triste, tan triste,
triste y más triste quedó sin su Edén,
como quedara en prisión sin su alpiste
ese canario del que habla Rubén.
Jesús María Bustelo Acevedo
Yo caminaba tranquilo, aunque triste,
cuando de pronto pasaste ante mí,
me saludaste, miraste y me viste,
y al mismo tiempo, ¡qué triste!, yo a ti.
Tú ibas risueña con tu gorro blanco,
yo con la frente bañada de sol,
aunque, mujer, hay más luz, siendo franco,
en tu mirada de limpio arrebol.
"Soy de Colombia", tu voz del Caribe
sonaba dulce como el alcuzcuz,
y respondiendo te dijo el que escribe:
"Pues, encantado, yo soy andaluz."
Eras el ángel de ardiente aureola
del que el iluso infeliz anda en pos,
e iban mis labios diciéndote ¡hola!
cuando dijeron los tuyos ¡adiós!
Y aquel que andaba tan triste, tan triste,
triste y más triste quedó sin su Edén,
como quedara en prisión sin su alpiste
ese canario del que habla Rubén.
Jesús María Bustelo Acevedo
La Coca Cola mata
LA COCA COLA MATA
La Coca Cola mata,
de hambre y en las guerras
que el imperio desata
por un montón de perras.
¡La Coca Cola mata,
y si la catas, yerras,
que al César se te ata
y al Inocente entierras!
Y sabe que no es trola
ni credo socialista,
porque la Coca Cola
simboliza ella sola
a un mundo terrorista.
Y aunque ignorarme trates
lo que te digo aquí,
¡poquito a poco, sí,
cada vez que la cates
también te mata a ti!
Jesús María Bustelo Acevedo
La Coca Cola mata,
de hambre y en las guerras
que el imperio desata
por un montón de perras.
¡La Coca Cola mata,
y si la catas, yerras,
que al César se te ata
y al Inocente entierras!
Y sabe que no es trola
ni credo socialista,
porque la Coca Cola
simboliza ella sola
a un mundo terrorista.
Y aunque ignorarme trates
lo que te digo aquí,
¡poquito a poco, sí,
cada vez que la cates
también te mata a ti!
Jesús María Bustelo Acevedo
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